El lado V (el de los vinos) de Brasil (1)

Cave Geisse: Viñedos con araucarias

Desde Porto Alegre hasta la vinícola de la Familia Geisse en Pinto Bandeira, estado de Rio Grande do Sul, el viaje por tierra dura algo más de dos hora. La carretera, que serpentea por valles y cerros mientras se encarama por la Serra Gaúcha, no permite acelerar a fondo. Pero el placer de disfrutar de la belleza del paisaje, dominado por las majestuosas araucarias brasileras, tampoco lo requiere. Parte del encanto está en percibir cómo cambia la temperatura y la vegetación a medida que uno asciende desde los llanos costeros hasta el interior de esta región del sur del Brasil. Y el trayecto resulta también una buena oportunidad para que Mario Geisse, gerente enológico de Viña Casa Silva en Chile y creador de Cave Geisse en Brasil –además de uno de mis gentiles anfitriones en este viaje–, me ponga al día en todos los aspectos que caracterizan una zona vitivinícola hasta ahora desconocida para mi.

Mario Geisse

Uno de los deliciosos espumante de Cave Geisse

Tal vez lo que más llama la atención en esa zona es cómo se ha mantenido el sello europeo que le dieron los colonizadores a la región, al punto de que en muchas ciudades, como Garibaldi y Gramado, uno casi se siente como en otro país. También impresiona su potente desarrollo industrial. Tanto así, que, cuando cruzamos por Farroupilha, Mario me dice, medio en broma, medio en serio, que en realidad el nombre de esta ciudad es Tramontina. Y cómo no, si allí se ubica el núcleo de esta gigantesca empresa brasileña, verdadero baluarte regional.

Vista al Vale dos Vinhedos desde la bodega de Estrelas do Brasil en Bento Gonçalves

Viñedos y tradiciones italianas
Pero si hay algo que enorgullece especialmente a los riograndenses es su cada vez más pujante industria vitivinícola y turística, cuyo centro neurálgico es el Vale dos Vinhedos. Este se ubica en los sectores más elevados de la Serra Gaúcha, una formación geográfica que se caracteriza por una sucesión interminable de sinuosos valles y cerros de mediana altura (entre 700 y 1.000 metros). Su clima templado es ideal para cultivar uvas que maduran bien sin perder acidez, muy apetecidas para elaborar espumantes de calidad. Ya en 2002 el valle se estableció como una indicación geográfica para vinos finos –especialmente espumantes–, y agrupa a las más reconocidas bodegas del país. Visité varias de ellas, y sus sólidas infraestructuras, tanto enológicas como turísticas, resultaron toda una sorpresa.

Es bueno tener en cuenta que una visita al Vale dos Vinhedos es también un encuentro con la historia de quienes colonizaron esa zona salvaje y agreste. A mediados del siglo XIX, y debido a la abolición de la esclavitud (y la consiguiente falta de mano de obra), el gobierno brasileño abrió las puertas a recibir inmigrantes del Viejo Continente. Les asignó unidades de 24 hectáreas de tierra por familia y, en el caso de los italianos, mayoritariamente originarios del Véneto, les permitió plantar parras para elaborar vino.

La vera polenta preparada según receta original de Italia

Cuenta Idalencio Angheben, profesor de enología y actual propietario de Vinícola Angheben, que si bien las variedades ancestrales que trajeron sus antepasados no prosperaron por problemas de filoxera y hongos (mal que mal, aquí las precipitaciones a veces superan los 2.000 mm anuales), el vino elaborado con variedades americanas más rústicas y manejado a la antigua (en parronal o enlatada), muy pronto se convirtió en una valiosa moneda de cambio. E indirectamente estimuló la producción de herramientas para trabajar los viñedos, sentando así las bases para el desarrollo de una poderosa industria metal mecánica en la zona.

Recepción de uvas de pinot noir en Chandon, Brasil

Para regalonearse
Si el corazón de la zona vitivinícola de Rio Grande do Sul es el Vale dos Vinhedos, uno de sus principales puntos de atracción es el Hotel y Spa do Vinho. Se trata de un elegante establecimiento (parte de la línea Autograph Collection by Marriott ) que se ubica en pleno campo, a unos 10 minutos del centro de la ciudad de Bento Gonçalvez. Fue construido sobre una colina con un espectacular vista al valle y los viñedos que lo rodean. Forma parte de un condominio de 18 hectáreas con departamentos y chalets, además de una vinícola propia. Sus instalaciones, de un refinado buen gusto, incluyen –entre otras cosas– tres restaurantes, un spa de vino, piscinas techada y al aire libre, una sala de degustación y la mayor cava de vinos de la región, con los mejores ejemplares brasileños y del mundo.

El espectacular SPA do Vinho en el Vale dos Vinhedos, Bento Gonçalvez

Deborah Villas-Bôas Dadalt, su directora, me explica que en su diseño, los arquitectos y decoradores buscaron rendirle homenaje a las tradiciones de los inmigrantes italianos. Esto, a través de la inclusión de elementos constructivos presentes en sus primeras edificaciones. Por eso en el edificio no faltan las piedras basálticas (que se usaban para aislar las casas de la humedad) ni las vigas de madera. El toque mediterráneo, que agrega lo suyo, lo convierte en un lugar espectacular, perfecto para renovar energías y disfrutar sin culpas.

Instalaciones del SPA do Vinho

Texto y fotos de Harriet Nahrwold (©)
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